Transitado lentamente

Sol alto y resplandeciente, cielo límpido y azul, aire húmedo y cálido, gente humilde y amable que siempre te saluda con una sonrisa, se detiene y busca, con una mirada curiosa, algo de nuevo, luego se vuelve y sigue por su camino envuelto en un aura de respeto y paz hija de las enseñanzas del budismo.

Abro los ojos.

Este es mi primer recuerdo de Birmania.

Transitando lentamente” es un viaje a través del país conocido por el brillo dorado de sus pagodas, por sus piedras preciosas, y por sus exuberantes bosques de teca: Birmania o, mejor dicho, Myanmar.
Una tierra rica en materias primas que podrían garantizar el bienestar de las personas, pero no aquí. La amarga verdad es que sólo sirven para financiar una brutal dictadura militar que gobernó el pueblo durante más de cuarenta años, tomando posesión de sus recursos y doblándolo en miseria.

Atravesando sus tierras me doy cuenta de que esto realmente es un país rural, tanto es así que el 70% de la población vive de la agricultura. Las casas están hechas de latón y en el mejor de los casos de madera, resultado todas ellas del duro trabajo manual. Las mujeres cuidan de los campos, mientras los hombres se dedican a las tareas más pesadas: cavado, arado, transporte y venta de las cosechas.

En esa tierra moverse es muy complicado. Las carreteras son casi inexistentes, a excepción de la conexión entre Yangon y Mandalay. Los ferrocarriles, propiedad del Estado, no han sido nunca restaurados, no conocen seguridad y se han construido a través del trabajo forzado. Las vías fluviales no siempre son factibles: el nivel del agua sufre grandes variaciones dependiendo de la temporada.

El trabajo infantil es un fenómeno común, e incluso en las más famosas salas de té la tarea de servir es de los niños: son rápidos y corren por todo el local haciendo una tarea no apta para la edad que tienen, reemplazando a los juegos y los estudios.

El único aspecto del desarrollo civilizado está dado por las motocicletas, que los monjes también han aprendido a conducir, en televisores que solo emiten películas y partidos de fútbol, y en algunos cafés cibernéticos donde Internet empieza a llegar. Quizá la tecnología ayude y permita también un salto hacia delante tanto a nivel social como político.

En este sentido, las últimas elecciones de 2012, con la llegada de Aung San Suu Kyi al Gobierno, se ha abierto un abanico de nuevas esperanzas. Hay una lluvia de inversión extranjera que presumiblemente difunda, en este nuevo “tigre asiático”, el conocimiento y la capacidad de recuperarse de medio siglo de aislamiento. Aunque, por el momento, la mayoría de los beneficios han ido a parar a manos de un pequeño grupo de oligarcas vinculados al antiguo régimen militar.

El progreso traerá consigo nuevos demonios, pero a pesar de ello sentí en este país un viento cálido de optimismo que, poco a poco, hará volar y crecer en esta tierra de campesinos pobres, que han vivido y viven como sus antepasados y descendientes ​​, la creencia de que sus hijos podrán tener un futuro mejor.


























La Princesa Karacola

Andrea es una niña de 3 años que vive con su padre Javier y su hermano Aitor en una casa ocupada situada en Madrid, llamada La Karacola.

Antes vivían en Ávila, también con la madre,  pero la relación conyugal fue empeorando, hasta al punto que Javier se ha encontrado en la calle con dos hijos por cuidar.
Había que encontrar un techo. Así que la solución más rápida fue la de ir a casa de conocidos: la Karacola, donde había una habitación libre. 
En la casa vivían unas 10 personas aunque muchas veces había huéspedes, un flujo de gente “callejera” que iban y venían según las necesidades de la vida.

Andrea  pasa mucho tiempo jugando con el hermano, corriendo por toda la casa, fastidiando los animales que se encuentra o hablando con algún inquilino, siempre  dispuestos  a ofrecer mimos y sonrisas.
Los días de colegio son muy esporádicos, las salidas son para ir a casa de amigos,  donde puede encontrar mas cariño además de golosinas.

Y en todo esto Andrea  es como una princesa que sin entender  juega con la vida real.























   DONDE VIVEN LOS DUENDES


Cruzado el linde de la puerta de bambú se entra en un mundo hecho de fantasía y colores...de castillos y de hadas… donde todo puede ser posible...
Ese es un mundo consciente ecológicamente, es un espacio de creación artística y de vivencia intercultural, es un mundo orientado a una ética independiente, donde el entretenimiento esta echo por las personas y no por las corporaciones....

"Desde el comienzo del tiempo, la humanidad ha utilizado la música y la danzapara estar en comunión con el Espíritu de la Naturaleza y el Espíritu del Universo ...
Estamos utilizando la música Trance y Trance Dance Experiencepara desencadenar una reacción en cadena en la conciencia ...A través de la experiencia de Danza Tranceespero que la gente se haga más sensible y consciente de sí mismos, su entorno,el cruce de la humanidad, y las necesidades del planeta...con esta conciencia surge la comprensión y la compasión...Esta es la necesidad de la hora, y el verdadero estado de Goa de la mente! "
Goa Gil

Es un mundo hecho de Amor, paz, unidad y respecto,donde se celebra la luna y el sol,
Estructuras de madera reciclada, bioconstrucción de bambú...
paisajes irreales hechos de colores y formas abstractas...
Conocer, disfrutar, compartir un flujo continuo de fluorescentes matices de luz, colores móviles, motivos psicodélicos, templos de fuego sagrado, exóticos, jardines, caleidoscopios gigantes, mándalas, delirantes ilustraciones, performances, seres extraños procedentes de otros planetas.